Es una mañana de jueves, como cada mañana, y como miles de mujeres, estoy inmersa en una de las tantas jornadas que asumimos como madres y responsables de cuidados. Entre ellas, el acompañamiento a nuestras hijas e hijos. Como cada jueves, desde que la presidenta de México tomó el foro de comunicación más importante del país, me dispongo a escuchar La Mañanera del Pueblo.
Día tras día, observo el poder que la presidenta erige para todas las mujeres. Escucho sus palabras: «Es tiempo de mujeres», y entonces todo cobra sentido. A través de los relatos que resuenan en Palacio Nacional, la historia de aquellas que fueron silenciadas por generaciones vuelve a emerger con fuerza.
Cada mañana, en este gran podcast matutino, se narran las vivencias de mujeres indígenas, de las combatientes de la Revolución, de aquellas que no pudieron elegir con quién casarse pero sí decidieron pelear por su patria. Mujeres que escribieron poesía, que lucharon por todas. Escuchamos la historia de Elvia Carrillo Puerto, quien logró que las mujeres fuéramos reconocidas como sujetas de elección, y junto a ella, el eco de muchas más que marcaron el camino. Y entonces, me vuelvo consciente de una verdad irrefutable: llegamos todas y llegamos juntas.
El sendero de la historia, el presente y el futuro se despliega ante nosotras. Pero en ese andar, seremos insistentes en visibilizar la narrativa de quienes intentan borrarnos y violentarnos. En el quehacer político y social, continúan llamándonos «feminazis», como recientemente lo hizo un periódico nacional que, con un cartón burdo y ofensivo, intentó satirizar nuestro movimiento. Pero no, una disculpa no basta.
La política se mueve a la velocidad del planeta: estrepitosa y fugaz. Es 2025, pero los aspirantes a los «encargos» actúan como si estuvieran en la recta final de la campaña electoral de 2027. Abrazan, comen en la calle e… invisibilizan a las mujeres. «Los» presidenciales se regodean como gallitos, pretendiendo ser los elegidos en la granja. Pero esperen, que ya lo dijo la presidenta hace unos días a propósito de la Ley Antinepotismo: qué mal y qué indigno se vería convertir una aspiración individual en un espejo donde solo se refleje la hipotenusa (como dice la chaviza) de decir que ‘están con la presidenta porque es tiempo de mujeres’.
Compañeros, compañeras, compañeres, colegas… No seamos ingenuos. Sería absurdo pensar que las mujeres no podemos gobernar un municipio, un estado o un país. Hoy vemos a una mujer con cabeza fría y paciencia, desmantelando los estereotipos del machismo naranja, no solo en un tablero mundial, sino demostrando (sin necesidad) que las mujeres sabemos gobernar.
La brújula de la historia nos lo marca, y hacia allá vamos. Porque, efectivamente… es tiempo de mujeres.
