En un giro estratégico dentro de la prolongada tensión comercial entre Estados Unidos y China, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE. UU. (CBP, por sus siglas en inglés) anunció el pasado 11 de abril una significativa flexibilización en su política arancelaria sobre productos tecnológicos provenientes del gigante asiático.
Según informó la cadena estatal china CCTV, la medida contempla una lista exhaustiva de exenciones que retira a los teléfonos inteligentes, routers y ciertos modelos de computadoras y laptops del arancel recíproco del 125% previamente impuesto a las importaciones chinas.
Entre los beneficiados más destacados figura Apple, cuyos productos —incluyendo iPhones, iPads, MacBooks y Apple Watches— no solo han sido excluidos del gravamen del 125% sobre mercancías chinas, sino que también quedan libres del arancel del 10% que afecta a productos procedentes de otros países.
La decisión representa un alivio significativo para la cadena de suministro global de la compañía de Cupertino, que depende en gran medida de la manufactura y ensamblaje en territorio chino.
Además de los dispositivos de Apple, otros componentes tecnológicos clave han sido exonerados, incluyendo unidades de procesamiento gráfico (GPUs) de Nvidia, semiconductores, equipos de manufactura avanzada, unidades de estado sólido (SSDs), paneles de visualización y una amplia gama de televisores.
Esta exención masiva sugiere una reconfiguración de las prioridades comerciales de Washington, posiblemente en respuesta a presiones de la industria tecnológica doméstica y al impacto inflacionario que los aranceles han generado en el consumidor estadounidense.
Mientras tanto, el mercado observa con atención si este nuevo gesto marcará un punto de inflexión en la dinámica comercial entre las dos potencias económicas más influyentes del planeta.
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