WASHINGTON 9 de abril 2025— La tensa novela sobre el destino de TikTok en Estados Unidos ha sumado un nuevo capítulo: el Presidente Donald Trump anunció el pasado viernes una prórroga de 75 días en la entrada en vigor de la orden de venta o prohibición de la popular aplicación, apenas 24 horas antes de que esta comenzara a regir. Sin embargo, la extensión no se debe a un cambio de postura respecto a la seguridad nacional, sino a un factor más espinoso: los aranceles.
Según reconoció el propio Trump, el acuerdo estaba “prácticamente cerrado” hasta que China alteró las condiciones tras el anuncio de nuevos aranceles estadounidenses, revelando así que la transacción tecnológica se ha transformado en una pieza clave dentro del tablero de negociación comercial entre las dos superpotencias.
Más que una app: el símbolo de un pulso global
TikTok, con sus más de 170 millones de usuarios en Estados Unidos, no es solo un fenómeno cultural: es una mina de datos, una herramienta de influencia masiva y un potencial punto débil en la ciberseguridad nacional, según argumentan desde Washington. En este contexto, lo que en principio parecía una mera transacción empresarial —la transferencia de las operaciones estadounidenses a manos locales— se ha convertido en un emblema de los equilibrios de poder contemporáneos.
Tarifas, tácticas y tensiones
El retraso en la venta se produce en un clima de crecientes tensiones comerciales. Trump, que regresaba de Florida a bordo del Air Force One, declaró ante periodistas que «si hubiese recortado un poco los aranceles, China habría aprobado el acuerdo en 15 minutos», subrayando así la instrumentalización de la aplicación como ficha de negociación arancelaria.
Según reportes de CNN, el acuerdo impulsado por la administración Trump establecía que inversores estadounidenses tendrían la mayoría accionaria en una nueva entidad que gestionaría TikTok en EE.UU., mientras ByteDance retendría menos del 19.9%, respetando así las exigencias legales.
Los actores en juego: Oracle, BlackRock y más
El nuevo ecosistema empresarial que se perfila en torno a TikTok es una constelación de gigantes. Oracle, que ya proporciona soporte técnico al backend de la app, se perfila como uno de los actores centrales, junto a BlackRock. Otros nombres en la lista de posibles inversores incluyen a Amazon, Frank McCourt (expropietario de los Dodgers de Los Ángeles) y el fundador de OnlyFans.
Una batalla regulatoria heredada
Cabe recordar que la exigencia de venta no nace en la era Trump, sino en la administración de Joe Biden, quien promulgó una ley que obligaba a ByteDance —matriz china de TikTok— a desinvertir o enfrentarse a una prohibición. Inicialmente, la normativa entraría en vigor en enero de 2025, pero ha sido objeto de sucesivas prórrogas.
La administración Trump insiste en que busca “salvar TikTok” sin comprometer la seguridad nacional. No obstante, los movimientos recientes sugieren que el valor geopolítico del acuerdo pesa tanto o más que sus implicaciones tecnológicas.
TikTok se defiende y redobla esfuerzos
Mientras tanto, ByteDance continúa con su estrategia de apaciguamiento. Desde la creación del “Centro de Transparencia” hasta el establecimiento de la compañía estadounidense de seguridad de datos (USDS), pasando por los proyectos “Clover” y “Texas” —cada uno con un coste superior a los 1.000 millones de dólares anuales—, la empresa ha desplegado múltiples iniciativas para convencer a Washington de su compromiso con la privacidad y la seguridad.
Además, Oracle no solo ofrece soporte técnico, sino que también actúa como revisor autorizado del código fuente de TikTok en EE.UU., en calidad de «proveedor de tecnología confiable».
Composición accionarial bajo la lupa
Actualmente, el 60% de ByteDance está en manos de inversores institucionales globales, entre ellos BlackRock, General Atlantic Investment Group y Susquehanna. El 20% pertenece a los fundadores chinos, y el otro 20% a empleados, incluidos estadounidenses. A pesar de esta estructura internacional, las sospechas sobre la injerencia del gobierno chino persisten, alimentadas por un clima político que privilegia la precaución sobre la apertura.
Una cuenta regresiva con múltiples relojes
La prórroga anunciada por Trump corre hasta mediados de junio. No obstante, el cronómetro de fondo no es solo legal o comercial: es ideológico. ¿Debe Occidente permitir que empresas de origen chino administren plataformas con capacidad de moldear la opinión pública? ¿O estamos frente a una nueva forma de proteccionismo tecnológico disfrazado de legítima preocupación por la seguridad?
Conclusión: el algoritmo como rehén del poder
TikTok se ha convertido en el símbolo de una era donde los algoritmos y las redes sociales ya no son simplemente negocios digitales, sino territorios disputados por Estados y corporaciones. La aparente demora en el acuerdo no es más que la manifestación de una pugna mayor: la redefinición de la soberanía en tiempos de hiperconectividad.
Estados Unidos y China juegan una partida larga, y TikTok, con sus bailes virales y retos virales, está atrapado en medio. Porque en este siglo XXI, incluso una app puede ser una declaración de poder.
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