Por: Redacción | LYPmultimedios
Uruapan, Michoacán, 2 de noviembre de 2025 – Carlos Alberto Manzo Rodríguez, presidente municipal de Uruapan, fue asesinado la noche del 1 de noviembre durante el Festival de las Velas, tradicional celebración del Día de Muertos en la Plaza Morelos del centro histórico. El atentado ocurrió alrededor de las 20:10 horas, mientras el edil —de apenas 42 años— convivía con ciudadanos y se tomaba fotografías, minutos antes de que se escucharan los disparos.
La Fiscalía General del Estado de Michoacán confirmó que Manzo murió en el lugar tras recibir varios impactos de arma de fuego; una persona más resultó herida. Según el reporte oficial, uno de los presuntos atacantes fue abatido en el intercambio y dos individuos fueron detenidos. La presidenta Claudia Sheinbaum condenó enérgicamente el crimen y precisó que el alcalde contaba con protección federal, en un contexto de alta tensión por la inseguridad en la región aguacatera.
Este homicidio, que se suma a la larga lista de ataques contra funcionarios en Michoacán, puso fin a la trayectoria de un político que había hecho de la lucha contra el crimen organizado el eje de su administración. Su postura firme y directa le valió comparaciones con el presidente salvadoreño Nayib Bukele en medios y redes sociales. En entrevistas recientes, Manzo había sido claro: “No quiero ser un alcalde más asesinado”. Aun así, no cedió ante las amenazas.
Formación y ascenso político
Nacido el 15 de julio de 1983 en Uruapan —ciudad reconocida como la capital mundial del aguacate y epicentro de disputas criminales por su control—, Carlos Alberto Manzo Rodríguez creció en una familia de clase media. Su padre, productor agrícola; su madre, educadora comunitaria. De ellos heredó el compromiso por el servicio público.
Cursó la licenciatura en Administración Pública en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, de donde egresó en 2005. Posteriormente, se especializó en gestión de salud pública en el Instituto Nacional de Salud Pública.
Su incursión política inició en 2015 como activista de Morena. Fue electo regidor en 2018, presidiendo comisiones de desarrollo económico y seguridad ciudadana. En 2021, ganó una diputación federal por el distrito 01 de Michoacán, donde impulsó reformas presupuestales para seguridad y presentó iniciativas centradas en inteligencia contra el narcotráfico en el sector agrícola.
En 2024 rompió con Morena y se postuló como candidato independiente a la presidencia municipal de Uruapan. Ganó con el 38% de los votos en una elección marcada por la violencia y la baja participación ciudadana. Su campaña se enfocó en una “gestión cercana” y en el combate frontal a la extorsión que, según cifras estatales, afecta a siete de cada diez productores aguacateros.
Un gobierno entre la firmeza y el riesgo
Desde su toma de protesta en enero de 2024, Manzo centró su gobierno en dos frentes: seguridad pública y salud. En su perfil de Facebook —seguido por más de 800 mil personas— se definía como “michoacano dedicado” y compartía de manera constante sus actividades, programas sociales y recorridos comunitarios.
Entre sus principales logros destacan:
🔹 Seguridad local reforzada: lanzó un programa de proximidad policial que capacitó a 150 elementos con apoyo de la Guardia Nacional. En el primer semestre de 2025, los reportes de extorsión bajaron un 12%, según la Secretaría de Seguridad Pública estatal.
🔹 Discurso firme: se expresó con dureza contra la pasividad federal. “No descansaré, aunque me cueste la vida”, dijo en entrevistas. Su retórica y acciones le ganaron el apodo mediático de “el Bukele mexicano”. Sin embargo, también generaron tensiones políticas. En mayo de 2025, protagonizó un intercambio incómodo con el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, quien le cuestionó irónicamente: “¿A cuántos has abatido?”, cuando el alcalde solicitó mayor respaldo contra la violencia.
🔹 Salud y economía local: impulsó campañas de vacunación contra enfermedades tropicales que beneficiaron a más de 20 mil personas en zonas rurales, y promovió la certificación sanitaria del aguacate para exportación, apoyando directamente a 500 productores.
En septiembre de 2024 participó en la inauguración de destacamentos de la Guardia Nacional en Uruapan, subrayando la importancia de fortalecer la seguridad sin militarizar la vida cotidiana. Su estilo, con sombrero charro y discurso frontal, evocaba el arraigo purépecha que reivindicaba en cada acto público. “La historia de mi sombrero es la de un uruapanense que no se rinde ante las balas”, dijo en una entrevista de agosto.
Vida privada y conmoción pública
Manzo era esposo y padre de tres hijos. Aunque mantenía reserva sobre su vida privada, en redes sociales compartía mensajes de fe católica y orgullo por su tierra. Jugaba fútbol en ligas comunitarias y participaba activamente en las festividades tradicionales del Día de Muertos, precisamente la fecha en que fue asesinado.
El velorio, realizado este 2 de noviembre en Uruapan, reunió a cientos de ciudadanos que lo despidieron entre aplausos y lágrimas. El gobernador Bedolla fue recibido entre gritos de “¡asesino!” y “¡fuera!”, y tuvo que retirarse escoltado. La presidenta Sheinbaum convocó una reunión urgente del Gabinete de Seguridad; PAN y Morena exigieron investigaciones contundentes.
Un legado entre el coraje y la tragedia
El asesinato de Carlos Alberto Manzo Rodríguez es investigado como homicidio calificado con posibles vínculos al crimen organizado. Se inscribe en una trágica estadística: desde 2018, al menos 30 funcionarios han sido ejecutados en Michoacán. La muerte de Manzo revela, una vez más, la fragilidad institucional frente a la violencia estructural.
Pero también deja una huella de integridad, cercanía y convicción. En las calles de Uruapan, las ofrendas del Día de Muertos ahora incluyen velas en su honor. Su historia —de activismo, ruptura partidista y resistencia hasta el final— resuena como testimonio de la valentía que muchos ejercen, sabiendo el precio. En un estado marcado por el luto cíclico, Carlos Manzo representa a quienes eligieron servir, aún a costa de su vida.