Los gases de efecto invernadero son aquellos gases que se acumulan en la atmósfera de la Tierra y que absorben la energía infrarroja del Sol, creando el denominado efecto invernadero que contribuye al aumento de temperatura global del planeta. La acción del hombre ha sido crucial en su desarrollo, por lo que es importante entender qué acciones los emiten para poder reducir su efecto nocivo sobre la Tierra. A continuación, se presentan los gases de efecto invernadero más importantes:
– Dióxido de carbono (CO2): Es el gas de efecto invernadero más importante y el que más se asocia al cambio climático. Los seres humanos lo han liberado al aire al quemar combustibles fósiles, y los niveles atmosféricos de CO2 son los más altos jamás registrados y no paran de crecer.
– Metano (CH4): Es un potente gas de efecto invernadero muy elevado y su poder de calentamiento es más de 80 veces mayor que el dióxido de carbono. Sus emisiones proceden de la combustión vegetal y la actividad volcánica, así como a través de las prácticas industriales y de la agricultura intensiva por el uso excesivo de fertilizantes artificiales.
– Óxido nitroso (N2O): Es un gas de efecto invernadero que se produce de forma natural en la atmósfera, pero también se emite por la actividad humana, como la quema de combustibles fósiles y la agricultura intensiva.
– Gases fluorados: Son gases de efecto invernadero sintéticos y potentes que se emiten en diversos procesos industriales. Los hidrofluorocarbonos, los perfluorocarbonos, el hexafluoruro de azufre y el trifluoruro de nitrógeno son algunos ejemplos.
El efecto de cada gas sobre el cambio climático depende de tres factores principales: ¿Cuánto hay en la atmósfera?, ¿Cuánto tiempo permanecen en la atmósfera? y ¿Qué tan efectivamente atrapan el calor? . Los gases de efecto invernadero son peligrosos para nuestro planeta porque su acumulación en la atmósfera aumenta la temperatura global, lo que provoca cambios en los patrones de nieve y precipitaciones, aumenta las temperaturas medias y provoca fenómenos climáticos extremos, como olas de calor e inundaciones, que se dan con más frecuencia.