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Las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN) de México, fundadas en 1969 por un grupo de jóvenes regiomontanos liderados por César Yáñez Muñoz, se distinguen en la historia de las guerrillas latinoamericanas por su enfoque particularmente ético en sus operaciones. Desde su inicio, integraron a miembros de una organización previa disuelta, el Ejército Insurgente Mexicano, y eventualmente se convirtieron en el núcleo fundacional del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
La creación de las FLN marcó un esfuerzo por abordar injusticias y desigualdades mediante la lucha armada, pero a diferencia de otras guerrillas de la época, las FLN decidieron no involucrarse en secuestros ni en asaltos, enfocándose en la educación política y la organización comunitaria. Esta decisión podría atribuirse a un enfoque ideológico centrado más en la construcción de un movimiento revolucionario sostenible y menos en la financiación a través de actividades ilícitas, lo que resalta un alto grado de disciplina y principios éticos.
En 1974, un asalto del ejército mexicano a su base en El Chilar resultó en la captura y el asesinato de varios de sus miembros, lo que llevó a un período de reorganización subterránea. Durante estos años, las FLN mantuvieron un perfil bajo, evitando las tácticas violentas que caracterizaban a otros movimientos guerrilleros de la época. En 1983, miembros sobrevivientes y otros simpatizantes fundaron el EZLN, marcando una transición significativa hacia un enfoque más inclusivo y multicultural, influenciado notablemente por la interacción con las comunidades indígenas de Chiapas.
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El legado de las FLN como precursoras del EZLN es fundamental para entender la naturaleza única de la insurgencia zapatista. A diferencia de sus precursores, el EZLN ha logrado un impacto considerable tanto a nivel nacional como internacional, promoviendo una lucha que combina la reivindicación étnica con demandas agrarias y democráticas, redefiniendo el concepto de resistencia en México.
Las Fuerzas de Liberación Nacional no solo fueron un movimiento guerrillero que optó por un camino de resistencia sin recurrir a delitos comunes, sino que también sentaron las bases para una de las insurgencias más emblemáticas y duraderas de América Latina: el EZLN. Su compromiso con principios éticos y su transformación en un movimiento que refleja las aspiraciones de las comunidades indígenas son un testimonio de su impacto y legado duradero en la lucha social y política de México.
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